martes, octubre 02, 2007

HERALDO.ES
1 de octubre de 2007
HISTORIA
Marcos Ana: "Prefiero que no haya Ley de Memoria Histórica a que nos den una miseria"
El 17 de noviembre de 1961, el comunista Fernando Macarro Castillo, más conocido como Marcos Ana, salió del penal de Burgos después de 23 años de sufrir torturas y vejaciones en varias cárceles y de que se le conmutaran dos condenas a muerte.
EFE. Madrid Veintitrés años en las cárceles franquistas como preso político y dos condenas a muerte podrían minar sin duda la moral del más fuerte, pero no lo lograron en el caso de Marcos Ana, el comunista que traspasó los muros de la prisión con su poesía y que ahora, a los 87 años, publica sus memorias. "Nosotros fuimos los legales, los defensores de la República, y queremos que nos devuelvan la dignidad de una manera pública e institucional", dice Marcos Ana en una entrevista, en la que habla de su increíble vida y reivindica con pasión la Ley de la Memoria Histórica, pero no a cualquier precio: "Prefiero que no haya ley a que nos den una miseria", asegura.
Coeditado por Tabla Rasa y Umbriel, el libro se titula "Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida", una obra que a partir de mañana llega a las librerías españolas y que en noviembre se publicará en América.
Marcos Ana es muy apreciado en Hispanoamérica. Los versos que escribió en los años de prisión se fueron publicando en numerosos países y se convirtieron en el grito de libertad de los presos políticos
El 17 de noviembre de 1961, Fernando Macarro Castillo, más conocido como Marcos Ana, su seudónimo literario, salió del penal de Burgos después de 23 años de sufrir torturas y vejaciones en varias cárceles y de que se le conmutaran dos condenas a muerte.
Franco había decretado la libertad para los presos que llevaran encarcelados más de 20 años continuados y la triste lista la encabezaba Marcos Ana, cuyo seudónimo es un homenaje a su padre, Marcos, muerto en un bombardeo en el 37, y a su madre, Ana, que murió en el 43, angustiada por las condenas de su hijo. "Lo más duro y difícil para mí fue la libertad. Yo en la cárcel podía haber resistido cien años porque era como una piedra más, pero no estaba preparado para vivir ni para empezar a hacerlo a los 42 años", dijo Marcos Ana, que a sus 87 años está lleno de energía y conserva la mirada de un hombre joven. "Mientras hay proyectos, la vida sigue y yo aún tengo muchos".

"No nos olvides, no nos olvides"

"No nos olvides, no nos olvides", le decían a Marcos Ana sus compañeros de prisión cuando lo dejaron en libertad, y el poeta cumplió sus deseos. Recorrió Europa y gran parte de América para promover la solidaridad con los presos políticos y para denunciar la represión que se ejercía en el franquismo.
En su casa de Madrid, y rodeado de litografías de Picasso y de Alberti, amigos ambos de Marcos Ana, el poeta recuerda cómo a los 16 años, en enero del 36, ingresó en las Juventudes Socialistas. Luego luchó en el bando republicano y cuando acabó la guerra, con 19 años, empezó su largo cautiverio.

Tras la guerra, "miles de hombres y mujeres eran conducidos como rebaños a las cárceles, a los centros de torturas o sacrificados masivamente en improvisados mataderos. Se mataba, fría, sistemáticamente. No era el acaloramiento de las pasiones desatadas. Era un genocidio frío y calculado", escribe Marcos Ana en sus memorias, cuyo prólogo es de José Saramago.
No obstante, este comunista convencido reconoció que "cuando estalló la guerra en la zona republicana se produjeron bastantes horrores, pero esa no era la política de la República ni de los partidos del Frente Popular; eran hechos que se producían aisladamente en las altas temperaturas de la guerra".

Anonimato de sus verdugos
Marcos Ana no dará "nunca" el nombre de sus verdugos, "porque no hay que remover las cenizas del pasado y, sobre todo, porque quienes me torturaron tendrán hijos y nietos y no quiero que paguen una culpa que ellos no tuvieron". Pero sí considera necesario que se apruebe la Ley de la Memoria Histórica y que "se anulen las condenas dictadas por el régimen franquista".
"Los presos políticos fuimos los primeros en aceptar la política de reconciliación nacional, pero una cosa es la amnistía, que era necesaria, y otra cosa la amnesia", añade. "La política es el arte de lo posible", y Marcos Ana cree que "por la situación de crispación" que se vive en España, "la Ley se va a quedar en nada".
Pero no valdrá cualquier cosa. "Prefiero que no se haga nada a que nos den una miseria", asegura este hombre que ha vivido "la vida dura pero noble de un revolucionario".